Opinión

La revolución traicionada en Venezuela

por Raquel Pozzi

Se profundiza y endurece el régimen político hacia una dictadura en Venezuela. Con más de seiscientos presos políticos Nicolás Maduro incrementa las represalias contra todo el que se pronuncie en contra de la Constituyente, los puentes de diálogo están quebrados y los escenarios hacia una salida decorosa y sin trauma no son viables.

En las controvertidas elecciones de la ANC el genuino ganador fue el aparato institucional de las Fuerzas Armadas bolivarianas de manos de Diosdado Cabello.

Cronológicamente, desde la convocatoria al plebiscito no vinculante promovido por la oposición, nucleada en la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) el día 16 de julio, la escalada de violencia política y social se profundizó con los paros convocados como mecanismos de presión por los opositores a la gestión de Maduro.

Considerada en desacato por el presidente venezolano, la Asamblea Nacional funciona de manera paralela a la Constituyente poniendo en marcha mecanismos de co-gobierno de autoridades judiciales: una impuesta por el chavismo y otra por la Asamblea Nacional presidida por Julio Borges y Freddy Guevara. La anulación de facto de la AN el 30 de marzo del 2017 y las constantes provocaciones del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia) conformado por la facción chavista formalizaron las intenciones intuidas por el sector anti-chavista sobre el propósito de perpetuación en el poder del actual presidente, sin embargo el coqueteo constante con invitaciones a diálogos sordos enardeció a gran parte de la sociedad que para estas horas han peregrinado buscando todas las soluciones posibles.

Las intenciones de todo el conglomerado político en torno a Nicolás Maduro no tienen tapujos en mostrar con prepotencia diferentes formas de control de la ciudadanía.

El código QR “el carnet de la patria” sería una de las formas de sistematización del control ciudadano monitoreado por el estado con el fin de tener un registro minucioso de los mismos, corroborando la lista de los que han sido beneficiados por la adquisición de asistencia social, coaccionando de manera subliminal sobre los ciudadanos y transformando las votaciones de la Constituyente en cuasi “voto cantado”. La “carnetización”, una especie de cartilla de racionamiento, no es otra cosa que el símbolo de un régimen que no tiene más salida que arremeter contra las libertades de sus conciudadanos desoyendo los reclamos internacionales y actuando con ceguera irritante hasta llevar a la catástrofe económica terminal que ha sumido a Venezuela en un proceso inflacionario de escalada sin límites: la más alta del mundo global. En cuatro años la pobreza escaló del 48 % al 82 %; la mortalidad infantil se multiplicó por cien y el peso promedio de la población disminuyó 9 kg.

La revolución traicionada

Leon Trotsky junto a Lenin fueron los artífices más importantes de la revolución rusa en octubre de 1917 construyendo el marco político e ideológico de la misma; la caída del zarismo y la formación de la URSS. En su obra escrita “la revolución traicionada” Trotsky no sólo confirmaría el colapso de URSS, reaccionando contra la teoría de J. Stalin “socialismo en un solo país” sino también el rol contrarrevolucionario que jugaría la URSS en el contexto de la guerra fría en el reparto de territorios conjuntamente con las potencias occidentales capitalistas.

De alguna forma Trotsky intuía que la revolución socialista de octubre de 1917 en manos de Josep Stalin sería la traición más grande que el mundo no capitalista asistiría sin la posibilidad de conformar un contra-sistema cuya hegemonía la detentarían los obreros “todo el poder a los soviets”.

Esta introducción intenta fundamentar el título elegido para la presente columna teniendo en cuenta que la obra escrita de Trotsky consideraba como un gran fracaso la revolución de octubre de 1917 que había comenzado “desde abajo” pero viró drásticamente hacia una revolución gestada “desde arriba” a partir de la muerte de Lenin. La lectura de la “revolución traicionada” generó la sensación de déjà vu en la traición que N. Maduro realiza a la revolución chavista en consonancia con la traición de J. Stalin a la revolución de Lenin predicha por L. Trotsky.

Revolución desde arriba

Hugo Chávez diseñó el tablero con las piezas para activar la revolución del Socialismo del S. XXI, reformando la constitución en 1999 como parte de la revolución bolivariana, la misma que N. Maduro a través de una Asamblea Nacional Constituyente pretende reformular, traicionando la herencia de Chávez y gestionando otra revolución pero desde arriba. Diputados chavistas (Contreras; Ferrer y Tellez) desencantados del régimen sin rumbo ya saltaron de las filas madurista para conformar un espacio político socialista dentro de la legalidad y en consonancia con la AN.

La gestión de Maduro, heredada de H. Chávez (1999-2013) ha conducido los destinos de Venezuela a una crisis humanitaria. Las fuerzas armadas bolivarianas le sostienen la espalda pero la gran bisagra es Cuba quien mantiene la vigilia en Venezuela con los servicios de inteligencia denominado G2 (centro de escuchas telefónicas) actuando en conjunto con el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa) creado por Maduro.

El petróleo de Venezuela es otro de los factores esenciales para el funcionamiento de la economía cubana como también la necesidad de mantener un estado satélite aliado frente a las presiones de EEUU. El peor escenario se vislumbra con: el fracaso del multilateralismo en América Latina a través de la OEA; Unasur y Mercosur; asesinatos sistemáticos; enfermos y hambreados; caza de todo aquel que interfiera en el proceso revolucionario; carnet de la Patria; huelgas generales; movilizaciones; migraciones masiva hacia Colombia y el aislamiento internacional.

El artilugio del terror como mecanismo de control y persecución, acciona y direcciona la voluntad de los venezolanos doblegándolos. Pero la resistencia en las calles no cesa. Venezuela vive momentos de máxima tensión, el panorama dibuja con trazo grueso la peor catástrofe social, política y económica conformando con espanto la fórmula más letal: profundización del régimen madurista con tintes dictatoriales y la pérdida del respeto hacia los derechos humanos con el silencio turbador de las izquierdas latinoamericanas.

(*): Profesora de Historia.

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